martes, 8 de agosto de 2017

“Llegué a Santa Marta con ganas de trabajar y luchar para salir adelante”: Lucy Pérez

Debido a la difícil situación que afronta Venezuela, mujeres procedentes de este país y expertas en belleza, para el sustento diario se dedican a sacar y tinturar cejas en el centro de la ciudad.

Por: Gennys Álvarez

Santa Marta cada vez más se conviertes en el destino  querido por venezolanos que por la crisis local ven en esta ciudad la oportunidad de salir adelante y hacer una nueva vida. Es común verlos vendiendo en los buses, en los semáforos limpiando los vidrios de los autos y ofreciendo el “mandarinazo”; pero no es nada común ver a profesionales de la belleza en las calles del centro sacando y tinturando cejas por muy bajos costos, lo cual ha llamado la atención de samarios que al pasar por el centro aprovechan para hacerse unas mejoras en la apariencia física. Es preciso recordar que en más de un salón de belleza de la ciudad se encuentran empleadas venezolanas que cortando cabellos y arreglando uñas ganan dinero para enviar a su país donde está su familia. 

Lucy Pérez y dos estilistas más no tienen una peluquería, su salón es una silla y un espejo en una esquina de la carrera 5, donde por solo $5.000 sacan y tinturan provisionalmente cejas y por $15.000 colocan pestañas postizas, siendo esta su forma de trabajar. “Debido a la situación de Venezuela, tanto la economía como en otras áreas, no hay trabajo. Yo me dedicaba a lo mismo que estoy haciendo acá, la belleza. Trabajaba de peluquera y estilista” dijo Pérez al hablar de su trabajo en las calles de la ciudad, asimismo afirmó: “Me dedico a colocar pestañas y hacer cejas semipermanentes. 

Eso consiste en poner más bonitas a las mujeres. Hasta el momento tengo 15 días en este sitio y ya hay clientas que han venido hasta dos veces y les ha gustado el trabajo que hemos venido haciendo”. Lucy Pérez ve en esta modalidad de trabajo ambulante la forma de sostenerse en una ciudad donde el costo de la vida es tan alto como en otros lugares del país.

Los “salones ambulantes” están ubicados en las calles 15, 13 y 12 con carrera quinta,  con un horario extendido desde la mañana hasta en la noche con una única pausa del almuerzo. Es ahí donde estas tres mujeres se dedican a esperar  su masiva clientela, y aunque el  negocio no está de nada mal se requiere mucha suerte diaria porque de sus ingresos depende su subsistencia. “Es un poco difícil para nosotras porque tenemos que pagar hospedaje, la comida ya que tenemos que comer las tres veces en la calle porque no tenemos dónde cocinar, pero nos ayuda bastante en comparación con Venezuela”, estas fueron las palabras de Lucy cuando se le interrogó por la rentabilidad de la iniciativa. Mientras el caos reine en su país estas “chamas” seguirán ofreciendo sus servicios de belleza y esperan que nunca les decomisen su material de trabajo, debido a que es con lo único que cuentan para rebuscarse.    





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