Notable Salazar, grafitero desde 1997, dice que el arte de pintar paredes acompaña a la humanidad desde su nacimiento, y este no puede ser reducido a expresión de vandalismo.
Por: Gennys Álvarez

Hoy se habla de arte abstracto, callejero o urbano, y son estos las modas propias de la época lo que indica que una sabia lectura de un grafitti ha de superar la peyorativa etiqueta de vandalaje con que es catalogado esta expresión. Notable Salazar, grafitero de exportación, en su paso por Santa Marta explicaba que la humanidad no se desprende de esta forma de exteriorizar emociones, señales, sentimientos y alegrías: "El grafitti cuando se entiende como la acción de pintar una pared, es algo que viene con nosotros desde las cavernas, desde que la gente vivía en cuevas y se reunían al rededor del fuego y hacían pinturas en los espacios donde habitaban. Pero el grafitti como movimiento artístico, sí involucra la connotación de vandalismo en cuanto se apropia de espacios públicos sin pedirle permiso a nadie".
Notable, como se hace llamar el artista, cree que el grafitti aunque haya nacido en los trenes y ser un actos prohibido, es el intento de una persona de mejorar el espacio donde habita, y después que no atente contra la integridad de las personas embellece el entorno independientemente que cuento o no con permiso: "el grafitti es la búsqueda que cada artista puede tener al momento de intervenir una pared. Si lo que busco es embellecer mi barrio el diálogo es otro, diferente que hacerle propaganda a un político, o algo que sea molesto para otras personas. Cuando uno busca incorporar su arte a los espacios, el vandalismo muere", dijo Notable.
En comparación a otros países del mundo, Colombia apenas está conociendo las manifestaciones de los grafiteros, las paredes de Bogotá han sido escenarios para la publicación de sus obras, mientras que el caribe se está iniciando en este arte urbano, lo que indica que aún queda mucha tela por cortar.