Por: Gennys Álvarez
Cuando hablamos de Sanación nos referimos al acto de curar heridas que residen en alguna parte de la persona, sea en el cuerpo o en el alma; pero cuando nos referimos a sanación en la espiritualidad del ser humano apuntamos a una sanación que se da en la profundidad del alma, la cual ha sido creada por Dios, quien ha hecho al ser humano a su imagen y semejanza. La Sanación Interior que ofrece como resultado la libertad espiritual proviene directamente de un encuentro personal con Jesús, un encuentro íntimo con Dios.
Es un acto en donde dos se encuentran cara a cara, un Dios que quiere sanarnos y liberarnos de nuestros dolores; y un adolorido esclavo de sus afanes que necesita ser sacado de la realidad donde vive para ser elevado a la condición de hijo dueño y señor de su casa, que es su propio cuerpo.
El hombre de hoy vive sujeto a muchos afanes, al afán del dinero, del trabajo, de los problemas personales, de las enfermedades, de las enemistades, del odio, del rencor. Ataduras que no lo dejan salir adelante, no lo dejan caminar con la frente en alto y lo que es peor, no lo dejan ser feliz.
Hay situaciones en las que nos sentimos bien, pero, no somos felices. Y es aquí en donde a imagen de Pedro después de haber negado a Jesús, necesitamos encontrarnos con él, para que al igual que a Simón nos conceda la sanación y mediante ella la liberación que nos puede llevar apacentar el rebaño que es nuestra vida misma, el rebaño que es nuestra existencia.
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